El primero de enero celebramos a
María como Madre de Dios. María fue la elegida para ser Madre de Cristo
¡María, Madre de Dios!
El primero de enero celebramos a
María como Madre de Dios.
María fue la elegida para ser
Madre de Cristo y aceptó esta misión al decir “sí” a Dios. Festejamos el tener
una Madre en el cielo que nos ayuda y auxilia en nuestras necesidades y nos
ama.
Un poco de historia
Todo año que se inicia es “Año del
Señor”. Sólo con Él se construye el puente que nos conduce del tiempo a la
eternidad. Este día, como todos los demás días, debemos rezar a Dios con
infinita confianza. Nuestra vida espiritual debe crecer cada año que pasa. Por
esto hoy, que es el primer día del año, le pedimos a María Santísima que nos
ayude a lograrlo. Este día es día de precepto, hay que ir a misa. La misa está
dedicada a honrar a María, Madre de Dios y de la Iglesia.
María Madre de Dios. María era una
joven Israelita que vivía en Nazaret de Galilea y, como todos los Israelitas,
esperaba que se cumpliera la promesa de Dios de mandar un Salvador al mundo.
María no era una mujer como todas, pues desde siempre Dios había pensado en
ella y había nacido sin pecado original.
El Papa Juan Pablo II a lo largo
de su Pontificado nos recordó constantemente la grandeza de María. Nos recuerda
que estamos bajo la protección de María que es Madre de Dios y Madre Nuestra.
Gracias al “sí” de María, Dios se hizo hombre.
Con su respuesta, María cambió el
rumbo de la historia. Dijo “sí” aceptando con alegría la voluntad de Dios,
entregándose a sí misma como colaboradora de Dios y de su plan de salvación.
María fue la elegida para ser la
Madre de Dios y ella respondió al llamado “He aquí la esclava del Señor, hágase
en mí según tu palabra”.
La Virgen María nos ayuda a vencer
la tentación, conservar el estado de gracia y la amistad con Dios para poder
llegar al Cielo.
Si elegimos vivir como hijos de
María debemos adoptar varias actitudes:
Abrirle nuestro corazón a su amor:
Es dejarnos querer, abandonarnos a
su cuidado con total confianza. Ella no se desanima a pesar de nuestros
caprichos y debilidades.
Mirarla como nuestra Madre:
Hablarle de nuestras alegrías y
penas, contarle nuestros problemas y pedirle ayuda para superarlos.
Demostrarle nuestro cariño:
Hacer lo que a Ella le gustaría
que hicieras, que sea lo que Dios quiere de nosotros. Acudir a Ella a lo largo
del día nos puede ayudar grandemente.
Confiar plenamente en ella:
Todas las gracias que Jesús nos da
pasan por las manos de María, y ella mejor que nadie intercede ante su Hijo por
nuestras necesidades.
Imitar sus virtudes:
Es la mejor manera de demostrarle
nuestro amor.
Debemos aprovechar esta fiesta
para ofrecerle a la Virgen el año que comienza, para pedirle su ayuda de Madre
para vencer las dificultades y agradecerle su presencia y cuidado maternal en
cada momento de nuestras vidas. Al acudir a la Eucaristía, donde está Dios
vivo, pedirle que nos ayude a permanecer cerca de María todo el año, porque fue
Él quien nos la dio como madre desde el pie de la cruz.
Algunas personas te dirán que
María no es especial, que eso de que fue Virgen y tal es cuento. Recuerda que
fue Jesús mismo quien nos la dejó como Madre (Jn 19, 25-27). Además, honrar a
la Madre es siempre dar gusto al Hijo. A Jesús pues, le agrada cuando decimos
cosas bonitas de María, como es el “Ave María”
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