La Orden Seglar de los Siervos de Maria, surgida como expresión de vida evangélico-apostólica, nuestro proposito es dar testimonio del Evangelio en comunión fraternal, vivir al servicio de Dios y de los hombres inspirándonos a ejemplo de María Santísima, madre y Sierva del Señor.
lunes, 24 de diciembre de 2012
miércoles, 12 de diciembre de 2012
Santa María de Guadalupe
Nuestra señora de Guadalupe
Reina de México
Emperatriz de América.
LAS
APARICIONES.
Diez años
después de la conquista de México, el día 9 de diciembre de 1531, Juan Diego
iba rumbo al Convento de Tlaltelolco para oír misa. Al amanecer llegó al pie
del Tepeyac. De repente oyó música que parecía el gorjeo de miles de pájaros.
Muy sorprendido se paró, alzó su vista a la cima del cerro y vio que estaba
iluminado con una luz extraña. Cesó la música y en seguida oyó una dulce voz
procedente de lo alto de la colina, llamándole:
"Juanito; querido Juan
Dieguito".
Juan subió
presurosamente y al llegar a la cumbre vio a la Santísima Virgen María en medio
de un arco iris, ataviada con esplendor celestial. Su hermosura y mirada
bondadosa llenaron su corazón de gozo infinito mientras escuchó las palabras
tiernas que ella le dirigió a él. Ella habló en azteca.
Le dijo
que ella era la Inmaculada Virgen María, Madre del Verdadero Dios. Le reveló
cómo era su deseo más vehemente tener un templo allá en el llano donde, como
madre piadosa, mostraría todo su amor y misericordia a él y a los suyos y a
cuantos solicitaren su amparo.
"Y para realizar lo que mi
clemencia pretende, irás a la casa del Obispo de México y le dirás que yo te
envío a manifestarle lo que mucho deseo; que aquí en el llano me edifique un
templo. Le contarás cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por
seguro que le agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás que
yo te recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te
encomiendo. Ya has oído mi mandato, hijo mío, el más pequeño: anda y pon todo
tu esfuerzo".
Juan se
inclinó ante ella y le dijo:
"Señora mía: ya voy a cumplir
tu mandato; me despido de ti, yo, tu humilde siervo".
Cuando
Juan llegó a la casa del Obispo Zumárraga y fue llevado a su presencia, le dijo
todo lo que la Madre de Dios le había dicho. Pero el Obispo parecía dudar de
sus palabras, pidiéndole volver otro día para escucharle más despacio.
Ese mismo
día regresó a la cumbre de la colina y encontró a la Santísima Virgen que le
estaba esperando. Con lágrimas de tristeza le contó cómo había fracasado su
empresa. Ella le pidió volver a ver al Sr. Obispo el día siguiente. Juan Diego
cumplió con el mandato de la Santísima Virgen. Esta vez tuvo mejor éxito; el
Sr. Obispo pidió una señal.
Juan
regresó a la colina, dio el recado a María Santísima y ella prometió darle una
señal al siguiente día en la mañana. Pero Juan Diego no podía cumplir este
encargo porque un tío suyo, llamado Juan Bernardino había enfermado gravemente.
Dos días
más tarde, el día doce de diciembre, Juan Bernardino estaba moribundo y Juan
Diego se apresuró a traerle un sacerdote de Tlaltelolco. Llegó a la ladera del
cerro y optó ir por el lado oriente para evitar que la Virgen Santísima le
viera pasar. Primero quería atender a su tío. Con grande sorpresa la vio bajar
y salir a su encuentro. Juan le dio su disculpa por no haber venido el día
anterior. Después de oír las palabras de Juan Diego, ella le respondió:
"Oye y ten entendido, hijo
mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu
corazón, no temas esa y ninguna otra enfermedad o angustia. ¿Acaso no estoy
aquí yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy tu salud? ¿Qué más
te falta? No te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella;
está seguro de que ya sanó".
Cuando Juan
Diego oyó estas palabras se sintió contento. Le rogó que le despachara a ver al
Señor Obispo
para llevarle alguna señal y prueba a fin de que le creyera. Ella
le dijo:
"Sube, hijo mío el más
pequeño, a la cumbre donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay
diferentes flores; córtalas, recógelas y en seguida baja y tráelas a mi
presencia".
Juan Diego
subió y cuando llegó a la cumbre, se asombró mucho de que hubieran brotado tan
hermosas flores. En sus corolas fragantes, el rocío de la noche semejaba perlas
preciosas. Presto empezó a córtalas, las echó en su regazo y las llevó ante la
Virgen. Ella tomó las flores en sus manos, las arregló en la tilma y dijo:
"Hijo mío el más pequeño,
aquí tienes la señal que debes llevar al Señor Obispo. Le dirás en mi nombre
que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador
muy digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo
despliegues tu tilma y descubras lo que llevas".
Cuando
Juan Diego estuvo ante el Obispo Fray Juan de Zumárraga, y le contó los
detalles de la cuarta aparición de la Santísima Virgen, abrió su tilma para
mostrarle las flores, las cuales cayeron al suelo. En este instante, ante la
inmensa sorpresa del Señor Obispo y sus compañeros, apareció la imagen de la
Santísima Virgen María maravillosamente pintada con los más hermosos colores
sobre la burda tela de su manto.
LA
CURACIÓN DE JUAN BERNARDINO
El
mismo día, doce de diciembre, muy temprano, la Santísima Virgen se presentó en
la choza de Juan Bernardino para curarle de su mortal enfermedad. Su corazón se
llenó de gozo cuando ella le dio el feliz mensaje de que su retrato
milagrosamente aparecido en la tilma de Juan Diego, iba a ser el instrumento
que aplastara la religión idólatra de sus hermanos por medio de la enseñanza
que el divino códice-pintura encerraba.
Te-coa-tla-xope
en la lengua Azteca quiere decir "aplastará la serpiente de piedra".
Los españoles oyeron la palabra de los labios de Juan Bernardino. Sonó como
"de Guadalupe. Sorprendidos se preguntaron el por qué de este nombre
español, pero los hijos predilectos de América, conocían bien el sentido de la
frase en su lengua nativa. Así fue como la imagen y el santuario adquirieron el
nombre de Guadalupe, título que ha llevado por cuatro siglos.
Se
lee en la Sagrada Escritura que en tiempo de Moisés y muchos años después un
gran cometa recorría el espacio. Tenía la apariencia de una serpiente de fuego.
Los indios de México le dieron el nombre de Quetzalcóatl, serpiente con plumas.
Le tenían mucho temor e hicieron ídolos de piedra, en forma de serpiente
emplumada, a los cuales adoraban, ofreciéndoles sacrificios humanos. Después de
ver la sagrada imagen y leer lo que les dijo, los indios abandonaron sus falsos
dioses y abrazaron la Fe Católica. Ocho millones de indígenas se convirtieron
en sólo siete años después de la aparición de la imagen.
LA TILMA
DE JUAN DIEGO
La
tilma en la cual la imagen de la Santísima Virgen apareció, está hecha de fibra
de maguey. La duración ordinaria de esta tela es de veinte años a lo máximo.
Tiene 195 centímetros de largo por 105 de ancho con una sutura en medio que va
de arriba a abajo.
Impresa
directamente sobre esta tela, se encuentra la hermosa figura de Nuestra Señora.
El cuerpo de ella mide 140 centímetros de alto.
Esta
imagen de la Santísima Virgen es el único retrato auténtico que tenemos de
ella. Su conservación en estado fresco y hermoso por más de cuatro siglos, debe
considerarse milagrosa. Se venera en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe
en la Ciudad de México, donde ocupa el sitio de honor en el altar mayor.
La
Sagrada Imagen duró en su primera ermita desde el 26 de diciembre, 1535 hasta
el año de 1622.
La
segunda iglesia ocupó el mismo lugar donde se encuentra hoy la Basílica. Esta
duró hasta 1695. Unos pocos años antes fue construida la llamada Iglesia de los
Indios junto a la primera ermita, la cual sirvió entonces de sacristía para el
nuevo templo. En 1695, cuando fue demolido el segundo templo, la milagrosa
imagen fue llevada a la Iglesia de los Indios donde se quedó hasta 1709 fecha
en que se dedicó el nuevo hermoso templo que todavía despierta la admiración de
mexicanos y extranjeros.
jueves, 1 de noviembre de 2012
Solemnidad de Todos los Santos
La Iglesia Católica ha llamado
"santos" a aquellos que se han dedicado a que su propia vida le sea
lo más agradable posible a Nuestro Señor.
Hay unos que han sido
"canonizados", o sea declarados oficialmente santos por el Sumo
Pontífice, por lo que por su intercesión se han conseguido admirables milagros,
y porque después de haber examinado minuciosamente sus escritos y de haber hecho
una cuidadosa investigación e interrogatorio a los testigos que lo acompañaron
en su vida, se ha llegado a la conclusión de que practicaron las virtudes en
grado heroico.
Para ser declarado
"santo" por la Iglesia Católica se necesita toda una serie de
trámites rigurosos. Primero una exhaustiva averiguación con personas que lo
conocieron, para saber si en verdad su vida fue ejemplar y virtuosa. Si se
logra comprobar por el testimonio de muchos que su comportamiento fue ejemplar,
se le declara "Siervo de Dios".
Si por detalladas averiguaciones se
llega a la conclusión de que sus virtudes, fueron heroicas, es declarado
"Venerable". Más tarde, si por su intercesión se consigue algún
milagro totalmente inexplicable por medios humanos, es declarado "Beato".
Finalmente si se consigue un nuevo y maravillosos milagro por haber pedido su
intercesión, el Papa lo declara "santo".
En el caso de algunos santos el
procedimiento de canonización ha sido rápido, como por ejemplo para San
Francisco de Asís y San Antonio, que sólo duró 2 años.
Poquísimos otros han sido
declarados santos seis años después de su muerte, o a los 15 o 20 años. Para la
inmensa mayoría, los trámites para su beatificación y canonización duran 30,
40, 50 y hasta cien años o más. Después de 20 o 30 años de averiguaciones, la
mayor o menor rapidez para la beatificación o canonización, depende de quien
obtenga más o menos pronto los milagros requeridos.
Los santos
"canonizados" oficialmente por la Iglesia Católica son varios
millares. Pero existe una inmensa cantidad de santos no canonizados, pero que
ya están gozando de Dios en el cielo. A ellos especialmente está dedicada esta
fiesta de hoy.
"SANTA MARÍA REINA DE TODOS LOS SANTOS"
viernes, 19 de octubre de 2012
martes, 16 de octubre de 2012
jueves, 11 de octubre de 2012
Año de la Fé.
Orden Siervos de María
Orden Seglar Siervos de María
Fraternidad de Nuestra Señora de los Dolores, Amozoc, Puebla.
Nos unimos a celebrar el año de la fe.
El Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI, comenza hoy 11 de octubre de 2012, en el 50 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II y concluirá el 24 de noviembre de 2013, en la Solemnidad de Cristo Rey del Universo.
martes, 2 de octubre de 2012
Santo Angel Custodio
Dios mandó a sus ángeles para que custodiasen en todos tus caminos.
Salmos 91:11
Salmos 91:11
En la S. Biblia la palabra Ángel significa "Mensajero". Un espíritu purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus órdenes y llevar sus mensajes a los seres humanos.
Ya en el siglo II el gran sabio Orígenes decía: "Los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios un ángel para que nos guíe y proteja".
Y se basa esta creencia en la frase del Salmo 91:11 "A sus ángeles ha dado órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos". Y en aquella otra frase tan famosa de Jesús: "Cuidad de no escandalizar a ninguno de estos pequeñuelos, porque sus ángeles están siempre contemplando el rostro de mi Padre Celestial". Y Judit en la Biblia al ser recibida como libertadora de Betulia exclamaba: "El ángel del Señor me acompañó en el viaje de ida, en mi estadía allá, y en el viaje de venida".
En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega a llamar a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de Jesús, ellos creen al principio, que no es Pedro en persona y exclaman: "Será su ángel" (Hechos 12, 15).
Ya en el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los Ángeles de la Guarda y desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel de la Guarda. Dice así: "Ángel del Señor, que por orden de su piadosa providencia eres mi guardián, custódiame en este día (o en esta noche) ilumina mi entendimiento, dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos, para que jamás ofenda a Dios Señor. Amén.
En el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia universal la fiesta de los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.
Consejos de un santo: San Bernardo en el año 1010 hizo un sermón muy célebre acerca del Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases: Respetemos su presencia (portándonos como es debido). Agradezcámosle sus favores (que son muchos más de los que nos podemos imaginar). Y confiemos en su ayuda (que es muy poderosa porque es superior en poder a los demonios que nos atacan y a nuestras pasiones que nos traicionan).
San Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda, un dos de octubre, recomendó a sus muchachos que en los momentos de peligro invocaran a su Ángel Custodio y que en esa semana dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y se vinieron abajo. Uno de ellos recordó el consejo oído y exclamó: "Ángel de mi guarda!". Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo encontraron muerto, y cuando levantaron al segundo, al que había invocado al Ángel Custodio, este recobró el sentido y subió corriendo la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado. Preguntado luego exclamó: "Cuando vi que me venía abajo invoqué a mi Ángel de la Guarda y sentí como si me pusieran por debajo una sábana y me bajaran suavecito. Y después ya no recuerdo más". Así lo narra el santo.
sábado, 29 de septiembre de 2012
SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL.
EL día de hoy celebramos a, San Miguel, Gabriel y Rafael Arcángeles quienes son los 3 de 7 ángeles servidores del señor que menciona la biblia
.
San Miguel
¿Quién como Dios?
Se lo representa con el traje de Guerrero o de Soldado
Centurión como Príncipe de Milicia Celestial que es.
¿Quién es San Miguel
Arcángel?
La Santa Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le
llama "Príncipe de los espíritus celestiales", "jefe o cabeza de
la milicia celestial".
Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran
defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en
el Nuevo Testamento.
Muy apropiadamente, es representado en el arte como el ángel
guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su talón sobre la cabeza del
enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o
presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno.
La cristiandad desde la Iglesia primitiva venera a San
Miguel como el ángel que derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del
cielo con su espada de fuego.
Es tradicionalmente reconocido como el guardián de los
ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector de los
cristianos contra los poderes diabólicos, especialmente a la hora de la muerte.
“Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus
ángeles combatieron contra el dragón. Lucharon encarnizadamente el dragón y sus
ángeles, pero fueron derrotados y los arrojaron del cielo para siempre” (Ap 12.
7-8)
San Miguel Arcángel defiendenos en la lucha
sed nuestro amparo contra la perversidad y las asechanzas del demonio
que Dios manifieste a nuestro humilde ruego y tu príncipe de la milicia celestial
con la fuerza que Dios te ha conferido arroja al infierno a satanás
y a los espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición delas almas.
Así sea Amen.
San Gabriel
"Fuerza de Dios"
Gabriel se le considera también como uno de los principales
mensajeros de Dios
En el Evangelio de Lucas, Gabriel revela a los judíos,
fariseos y al sacerdote Zacarías que Juan el Bautista nacerá de la esposa de
Zacarías, Santa Isabel (Lucas 1:5-20) y visita a la prima de Isabel, María,
anunciándole que ella dará a luz a un niño al que pondrá de nombre Jesús.
Esta
visita de Gabriel a María es frecuentemente llamada "La Anunciación"
(Lucas 1:26-38), un evento que es celebrado el 25 de marzo en algunas iglesias.
También es conmemorado como el "Primer Misterio gozoso" del Rosario.
Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo
como por media hora. Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y
se les dieron siete trompetas. Otro ángel vino entonces y se paró ante el
altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las
oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del
trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso
con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del
fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y
relámpagos, y un terremoto. Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas
se dispusieron a tocarlas. (Ap. 8. 1-6)
El ángel que se une al grupo de siete, y que según las
escrituras parece tener más rango y estar más cerca de Dios, se especula con la
posibilidad de que sea el arcángel Gabriel cuyas trompetas anunciarán el día
del juicio final.
Dios, que entre todos los ángeles
Elegiste al Arcángel Gabriel para
Anunciar los misterios de tu Encarnación;
Concédenos benignamente que los que
Celebramos su festividad en la tierra,
Experimentemos su patrocinio en el cielo.
Amén
San Rafael
"Dios sana, sana el"
De acuerdo con el Libro de Tobías 5,4 , Rafael fue enviado
por Yaveh para acompañar a Tobías, hijo de Tobit, en un largo y peligroso viaje
para conseguirle una esposa piadosa al joven. Ésta es Sara, quien había visto
morir a siete prometidos debido a que un demonio, de nombre Asmodeo, estaba
enamorado de la mujer y mataba al esposo en la noche de bodas.
En un principio Rafael se presenta como «Azarías, hijo del
gran Ananías», pero al finalizar el viaje cura la ceguera de Tobit y se
manifiesta como «el ángel Rafael, uno de los siete en la presencia del Señor».
Glorioso Arcángel San Rafael,
Medicina de Dios, que guiaste
A Tobías en su viaje para cobrar
La deuda de Gabelo le preparaste
Un feliz matrimonio y devolviste
La vista a su anciano padre,
Guíanos en el camino de la
Salvación, ayúdanos en las
Necesidades haz felices nuestros
Hogares y danos la visión de Dios
En el Cielo.
Amén.
domingo, 16 de septiembre de 2012
sábado, 15 de septiembre de 2012
Solemnidad de Nuestra Señora
NUESTRA SEÑORA
LA VIRGEN DE LOS DOLORES
PATRONA PRINCIPAL DE NUESTRA ORDEN
En la solemnidad del 15 de septiembre celebramos la Virgen de los Dolores con tono y contenidos pascuales.
Es la fiesta de la glorificación del dolor que la Virgen sufrió con su hijo para la salvación del género humano: <<desde la humildad del pesebre hasta la ignominia de la cruz>> junto al árbol de la vida, el dolor de la santísima virgen germinó en frutos de gracia y amor.
Por eso Dios Padre la ha glorificado con la gloria misma de su Hijo.
En el cielo la Dolorosa es la Reina de los mártires, la gloriosa Señora, la Madre llena de misericordia, la Patrona que vela por sus siervos y sus siervas.
En El Día De Nuestra Señora De Los Dolores: Hay Demasiadas Espadas En El Corazón Del Hombre
"Simeón dijo a María, madre de Jesús: Mira, éste está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida... Y a ti una espada te traspasará el corazón"(Lc 2,34) ¡Señor!, hoy queremos beneficiarnos con una meditación atenta, interiorizando las palabras del Evangelio y aplicándolas a nuestra vida. Para ello, distinguiremos en el anuncio profético de Simeón dos momentos.
Primer momento
En el primero, con un preludio intencionado de sólo una palabra, escuchamos que el anciano comienza pidiendo atención: Mira. Es que algo muy importante van a pronunciar sus labios y conviene que tengamos la mente bien despierta, como tantas veces nos sucede en la vida, si luego no queremos vernos luego sorprendidos por el mensaje. Miraremos y escucharemos. Lo que escuchamos, Señor, es el mensaje de Simeón a María (y a José) sobre Jesús, tu Hijo. Mensaje sorprendente: grandioso y, a la vez, suave y dolorido: Éste Jesús que tengo en mis manos está colocado en el cruce de todos los caminos de Israel. Nada va a acontecer en adelante sin pasar de alguna forma por él. Él va a ser el centro y piedra angular de cualquier edificio o proyecto. Esa es la voluntad del Padre. María y José quedarían, Señor, anonadados ante semejantes palabras, pues su fe no les permitiría vislumbrar los futuros caminos de su Hijo.
Todos en Israel van a tener que tomar opción por él o contra él; unos tropezarán y caerán; otros se levantarán y caminarán. ¿Cómo será esto, dirían María y José? No lo entendemos. Y Simeón o un ángel de Dios hablaría a su conciencia diciendo: Jesús, por su mensaje, vida y signos será una bandera u opción discutida. Unos le seguirán, otros le perseguirán; unos percibirán en sus palabras y mensaje la presencia de Dios, y otros le traicionarán y condenarán por atreverse a hablar de Dios y de su Reino, como Hijo del Padre .
¡Qué gran misterio! El Hijo de María y José va a ser piedra de escándalo para los hipócritas e impenitentes, y piedra de salvación para cuantos vivan en justicia, paz y amor, como hijos de Dios y hermanos de los hombres. Aquí, Señor, se nos está anticipando lo que leeremos que aconteció en la historia de Cristo, Hijo de Dios y Salvador de los hombres: que se ofreció a todos, sirvió a todos, amó a todos, y fue vendido, traicionado, crucificado por muchos.
Segundo momento
Vemos que Simeón quiere preparar el corazón de María para que -en las horas difíciles que sobrevengan- se mantengan firme en la alegría y en el dolor, como socia de Cristo y corredentora de nuestras almas, perfectamente unida a Cristo, su Hijo: ¡Mira, María!, a ti te salpicará la sangre de tu Hijo; sentirás en tu carne las llagas que se le abran por los caminos; te abofetearán con las bofetadas que él reciba; te herirán sutiles y burdas espadas que rasgarán tu corazón. Pero te digo también, Señora, que te inundará su gloria, y te hará feliz el rescate que logréis del mundo para que vuelva al Padre por el Hijo en el Espíritu. ¡Gracias, Señora del dolor y la alegría! Asociada al Hijo, nos habéis alcanzado la paz con vuestra guerra al pecado; nos habéis iluminado las sendas de la vida con las huellas de sangre que salpican cualquier camino de santidad; nos habéis devuelto la condición de hijos para que aprendamos a llamar ¡Padre! a quien nos dio el ser. Pero, ahora, Señora, quiero llorar contigo: ¡Es una lástima que después de tanto sudor, lágrimas y sangre, de vuestra parte, sigamos los hombres ignorando la redención por la cruz y muerte!
¡Es clavaros demasiadas espadas seguir en el mundo alimentando discordias, injusticias, odios!
¡Son demasiadas espadas en el corazón del hombre las guerras, hambres, marginaciones, que se suman a las heridas del Cuerpo Místico de Cristo!
Para que actuemos con cordura, convócanos a todos junto a la cruz , en lo alto del Calvario, y haznos escuchar el tierno mensaje de tu Hijo:
Mujer, ahí tienes a tus hijos.
Hijos, ahí tenéis a vuestra madre.
lunes, 10 de septiembre de 2012
Actividades de preparación para la Solemnidad de Nuestra Señora de los Dolores.
Nuestra Señora de los Dolores
Patrona de la Orden de los Siervos de María.
18:00 Hrs. Rezo de Vía Matris
19:00 Hrs. Celebración Eucarística.
Miércoles 12
07:00 Hrs. Celebración Eucarística.
Jueves 13
18:00 Hrs. Hora Santa Ante Su Divina Majestad
19:00 Hrs. Celebración Eucarística.
Viernes 14 Visperas
12:00 El Ángelus (las doce Campanadas)
18:00 Vigilia de Santa María y vísperas solemnes
19:00 Celebración Eucarística
20:00 Nochecitas a nuestra señora.
Sábado 15
Solemnidad de Nuestra Señora de los Dolores
07:30 Hrs. Mañanitas
12:00 Hrs. Solemne Celebración Eucarística, presidida por fray, Gerardo M. Torres Hornelas, prior provincial de nuestra orden, y promesa de hermanos de la Orden Seglar.
13:00 Hrs. Exposición de su Divina Majestad hasta las 18:00 Hrs.
Domingo 16
17:15 Hrs. Celebración Eucarística, en acción de gracias.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Natividad de María Santísima
Esta fiesta mariana tiene su origen en la dedicación de una
iglesia en Jerusalén, pues la piedad cristiana siempre ha venerado a las
personas y acontecimientos que han preparado el nacimiento de Jesús.
María ocupa un lugar privilegiado, y su nacimiento es motivo
de gozo profundo. En esta basílica, que había de convertirse en la iglesia de
Santa Ana (siglo XII), san Juan Damasceno saludó a la Virgen niña: "Dios
te salve, Probática, santuario divino de la Madre de Dios … ¡Dios te salve,
María, dulcísima hija de Ana!". Aunque el Nuevo Testamento no reporta
datos directos sobre la vida de la Virgen María, una tradición oriental veneró
su nacimiento desde mediados del siglo V, ubicándolo en el sitio de la actual
Basílica de "Santa Ana", en Jerusalén.
La fiesta pasó a Roma
en el siglo VII y fue apoyada por el Papa Sergio I. Su fecha de celebración no
tiene un origen claro, pero motivó que la fiesta de "La Inmaculada
Concepción" se celebrara el 8 de diciembre (9 meses antes). El Papa Pío X
quitó esta celebración del grupo de las fiestas de precepto.
Hoy nace una clara
estrella,
tan divina y
celestial,
que, con ser estrella,
es tal,
que el mismo sol nace
de ella.
De Ana y de Joaquín,
oriente
de aquella estrella
divina,
sale luz clara y digna
de ser pura
eternamente;
el alba más clara y
bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella,
es tal,
que el mismo Sol nace
de ella.
No le iguala lumbre
alguna
de cuantas bordan el
cielo,
porque es el humilde
suelo
de sus pies la blanca
luna:
nace en el suelo tan
bella
y con luz tan
celestial,
que, con ser estrella,
es tal,
que el mismo Sol nace
de ella.
Gloria al Padre, y
gloria al Hijo,
gloria al Espíritu
Santo,
por los
siglos de los siglos. Amén
martes, 28 de agosto de 2012
SAN AGUSTÍN, OBISPO, DOCTOR DE LA IGLESIA Y LEGISLADOR NUESTRO
Nació en Tagaste (África) el año 354; pasó una juventud
inquieta por sus ideas y su vida moral, hasta que, llegado a Milán, se
convirtió a la fe católica y fue bautizado por el obispo san Ambrosio. De
retorno a su patria, abrazó la vida ascética y, elegido obispo de Hipona, se
convirtió en modelo y maestro de su rebaño al que instruyó por espacio de
treinta y cuatro años con sus copiosos sermones y escritos. Murió en Hipona el
año 430. Fue uno de los primeros que en Occidente instauró la vida monástica y escribió
para ella sabias leyes.
Muchas órdenes e institutos religiosos adoptaron su Regla
para los Siervos de Dios. Nuestros siete santos Padres recibieron canónicamente
la Regla de san Agustín de manos de Ardingo, obispo de Florencia, hacia el año
1245.
jueves, 23 de agosto de 2012
San Felipe Benizi
Insigne Propagador de Nuestra Orden
Sacerdote O.S.M.
Felipe
nació en Florencia a principios del siglo XIII. Ingresó en la Orden de los
Siervos como hermano lego y, poco después, al descubrirse su sabiduría, fue
ordenado sacerdote. En 1267 fue elegido Prior general, y ocupó ese cargo casi
hasta la muerte. Gobernó la Orden con suma prudencia, la fortaleció con sabias
leyes, y ante el inminente peligro de su extinción, la defendió con santa
tenacidad. Ilustró a la Orden de los Siervos de María con la fama de sus
virtudes y recibió en ella a muchos frailes que, como él destacaron por una
vida evangélica y de fiel servicio a nuestra Señora. Con razón se le considera
"Padre de la Orden". Murió en Todi el año 1285. El papa Clemente X lo
canonizó en el 1671.
Del
Oficio de lectura
Una
luz sobre el candelero de la Orden
Lo
que sabemos de san Felipe Benicio lo debemos en gran parte a la Leyenda sobre
el origen de la Orden y a la Leyenda de san Felipe, ambas escritos poco después
del año 1317. Los historiadores de la Orden, aunque reconocen que en ellas
figuran algunas “florecillas” del género hagiográfico, con todo otorgan a los
dos escritos una especial autoridad, ya que nos trasmiten el testimonio ocular
de los contemporáneos del Santo.
Felipe,
de la familia de los Benizi, nació en Florencia a principios del siglo XIII,
casi en el mismo tiempo en el que nacía la Orden de los Siervos de María. En su
juventud se dedicó al estudio de la medicina y a la vez de las ciencias
sagradas. Tanto ardía de amor a Dios que guardaba con esmero sus mandamientos,
dominaba las pasiones, socorría a los pobres y se entregaba a la oración,
principalmente a la recitación diaria del Oficio de la santísima Virgen.
Hastiado de los goces de este mundo y con el vivo deseo de servir a Dios, el jueves
de la octava de Pascua, mientras se hallaba en la iglesia de los Siervos de
Florencia, oyó aquellas palabras de los Hechos de los Apóstoles que se leían en
la liturgia del día: El Espíritu dijo a Felipe: “Adelántate y únete a esa
carroza” (Hch 8, 29). Considerando que estas palaras iban dirigidas a él,
determinó subirse a la carroza de la gloriosa Virgen ingresando en la Orden de
sus Siervos, y obtuvo de fray Bonfilio, prior del convento de Florencia, ser
admitido como fraile lego, a causa de su humildad. Pero quiso el Altísimo que,
al ser descubierta su preparación cultural, recibiera, por obediencia, la
ordenación sacerdotal.
El
año 1267, estando reunido el capítulo en Florencia, fray Maneto renunció al
cargo de Prior general, y en su lugar fue elegido san Felipe. Aunque el Santo
se resistía a continuar, fue confirmado en el generalato a lo largo de
dieciocho años, casi hasta su muerte. Como buen pastor y fiel siervo de María,
gobernó sabiamente a la Orden de nuestra Señora y la hizo célebre con la fama
de su santidad. Visitó con solicitud paternal los conventos de la Orden a pesar
de que debía emprender penosos viajes. Estando en Arezzo, ciudad devastada por
la guerra y la carestía, invocó a la santísima Virgen, Madre de sus Siervos, a
favor de los frailes de aquel convento que se encontraban en necesidad;
inopinadamente, en la puerta del convento fue hallada un cesto de pan con el
que san Felipe abasteció a sus hermanos. Compiló, completó y promulgó las
Constituciones emanadas por los capítulos anteriores. Cuando la Orden estaba
destinada a la extinción por un decreto del segundo Concilio de Lion, san
Felipe, con la asesoría de expertos y la colaboración de fray Lotaringo,
defendió ante la Curia romana, con habilidad, la supervivencia de la Orden, y preparó
el camino para su aprobación definitiva. Por todos estos motivos san Felipe es
considerado con toda razón “Padre de la Orden.”.
Como
buen imitador de los Apóstoles, trabajo con afán en la difusión de la palabra
de Dios y en apaciguar las discordias civiles; logró que muchos pasaran del
apego al mundo a una sincera vida cristiana, y a no pocos los levantó consigo
hasta las cimas de la santidad. Curó a un leproso por el simple hecho de
cubrirlo con su capa: por eso algunos cardenales, estando vacante la Sede
Apostólica, impresionados por tal prodigio, lo señalaron como candidato al sumo
pontificado. En la ciudad de Todi, el Santo logró con paternales amonestaciones
y socorriéndolas con una suma de dinero, que dos prostitutas se abstuvieran,
por amor de la Virgen Madre, de seguir pecando; después de que, contra toda
esperanza, el Espíritu Santo las convirtiera, él las guió por el camino de la
santidad.
En
Todi, el año 1285, el día de la octava de la Asunción, habiendo recibido los
santos sacramentos y confortado con la llegada del beato Ubaldo de
BorgoSansepolcro, después de exhortar a los frailes a la caridad, san Felipe
murió abrazando el crucifijo, el libro viviente, del cual había aprendido el
camino de la santidad. Su cuerpo, después de varios traslados, se venera
actualmente en la iglesia de santa María de las Gracias de Todi. Fue canonizado
por el papa Clemente X en el años 1671.
miércoles, 15 de agosto de 2012
La Asunción de María
El dogma de la Asunción se refiere
a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a
la gloria celestial.
El Tránsito de María es, la
glorificación del cuerpo de la Virgen María mediante la definitiva donación de
la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte, es decir, al contrario que
sucede en la muerte humana, la intervención divina de su hijo hizo que cuerpo y
alma glorificados no se separasen en espera del juicio final y ascendieran
unidos a los cielos.
Este Dogma fue proclamado por el
Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus
Deus:
"Después de elevar a Dios
muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para
gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar
benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del
pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para
gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor
Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra,
pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La
Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida
terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
Ahora bien, ¿por qué es importante
que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la
Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica
responde a este interrogante:
“La
Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la
Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás
cristianos".
La importancia de la Asunción para
nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era
Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la
nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como
nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso:
una anticipación de nuestra propia resurrección.
Más aún, la Asunción de María en
cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente
definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra".
Y ... ¿qué es un Dogma?
Puesto en los términos más
sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada
Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la
Iglesia como realmente revelada por Dios.
En este caso se dice que el Papa
habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud
de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la
Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como
creencia obligatoria de los fieles Católicos.
El Nuevo Catecismo de la Iglesia
Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez
cita la Bula de la Proclamación del Dogma:
"Finalmente,
la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original,
terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y
elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más
plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la
muerte".
Y el Papa Juan Pablo II, en una de
sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes
términos:
"El dogma de la Asunción
afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto,
mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al
fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por
singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).
"Contemplando el misterio de
la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia
Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María
es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la
plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de
los cuerpos" (JP II, Audiencia General del 9-julio-97).
Continúa el Papa: "María
Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la
cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas,
donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también
la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP II,
15-agosto-97)
Los hombres y mujeres de hoy vivimos
pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas,
según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro
pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro
alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa
esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre
nuestra futura resurrección.
Mucho bien haría a muchos
cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual
nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito
pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas
extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos
dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la
Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las
realidades últimas del ser humano.
El misterio de la Asunción de la
Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida
que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la
tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima
Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber
que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha
prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza
en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.
lunes, 13 de agosto de 2012
Transito de Santa María
La Dormición
de María
Al
conmemorarse el día 13 de agosto el maravilloso Tránsito de la Bienaventurada
Virgen María, deseamos ilustrar a nuestros lectores sobre este misterio mariano
con base en la célebre obra «Mística Ciudad de Dios» de la venerable Sor María
de Jesús de Ágreda
Tres
años antes del glorioso tránsito de María Santísima a los Cielos, Dios envió al
arcángel San Gabriel con una nueva embajada, para darle aviso a su Hija
predilecta del tiempo exacto que le restaba de vida.
Y al oír que pronto terminaría su larga peregrinación
y destierro en este mundo, respondió con las mismas palabras que en la
encarnación del Verbo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra” (cf. Lc. 1, 38).
Unos días después la Virgen María comunicó el hecho al
evangelista San Juan, quien a su vez se lo trasmitió a Santiago el Menor, que
como obispo de Jerusalén estaba incumbido por San Pedro de asistir al cuidado
de la Madre de Dios.
Con el transcurso del tiempo San Juan —que al pie de
la cruz había recibido del Señor a la Virgen por Madre— no podía ya disimular
ni ocultar la inmensa pena que sentía. Con lo cual, antes de que sucediese, se
comenzó a divulgar y llorar su próxima partida.
Dios quiere que imitemos a María Santísima en todo. Y
así como Ella se dispuso para la hora de la muerte, cuando tengamos alguna
certeza de que se aproxima para nosotros, cualquier plazo nos debiera parecer
corto para asegurar el negocio de nuestra salvación eterna. Nadie tuvo tan
seguro el premio como María; y sin embargo se le dio tres años antes el aviso
de su muerte. Y Ella se dispuso y preparó, como criatura mortal y terrena, con
el temor santo que se debe tener en esa hora.
Eterna juventud, gracia
y devoción de María Santísima
Acerca de la apariencia que por entonces tenía la
Santísima Virgen, comenta la madre Ágreda: La disposición natural de su sagrado
y virginal cuerpo y rostro era la misma que tuvo de treinta y tres años; porque
desde aquella edad nunca hizo mudanza del natural estado, ni sintió los efectos
de los años ni de la senectud o vejez, ni tuvo arrugas en el rostro ni en el
cuerpo, ni se le puso más débil, flaco o magro, como sucede a los demás hijos
de Adán, que con la vejez desfallecen y se desfiguran de lo que fueron en la
juventud o edad perfecta.
Entre las maravillas que hizo el Señor con la
beatísima Madre en estos últimos años, una fue manifiesta, no sólo al
evangelista San Juan, sino a muchos fieles. Y esto fue que, cuando comulgaba,
la gran Señora quedaba por algunas horas llena de resplandores y claridad tan
admirable que parecía estar transfigurada y con dotes de gloria.
Tres días antes del tránsito felicísimo de María
Santísima, a pedido de nuestra Reina se habían congregado los apóstoles y
discípulos en la casa del cenáculo en Jerusalén. El primero en llegar fue San
Pedro, traído milagrosamente por un ángel desde Roma, seguido por San Pablo.
Los apóstoles la saludaron con no menos dolor que reverencia, porque sabían que
venían a asistir a su dichoso tránsito.
Algunos de los apóstoles que fueron traídos por
ministerio de los ángeles y del fin de su venida los habían ya informado, se
fervorizaron con gran ternura en la consideración que les había de faltar su
único amparo y consuelo, con que derramaron copiosas lágrimas. Otros lo
ignoraban, en especial los discípulos, porque no tuvieron aviso exterior de los
ángeles, sino con inspiraciones interiores e impulso suave y eficaz en que
conocieron ser voluntad de Dios que luego viniesen a Jerusalén, como lo
hicieron. Y fue San Pedro, como cabeza de la Iglesia, quien les comunicó el
motivo de su venida, y los condujo al oratorio de la gran Reina donde la vieron
todos hermosísima y llena de resplandor celestial.
Aunque no estaba
obligada, prefiere morir
Y puestos en su presencia, la Virgen Santísima
comenzó a despedirse de ellos, hablando a todos los apóstoles singularmente y
algunos discípulos, y después a los demás circunstantes juntos, que eran
muchos.
Sus palabras como flechas de divino fuego penetraron
los corazones de los presentes y rompiendo todos en arroyos de lágrimas y dolor
irreparable se postraron en tierra. Después de un intervalo, les pidió que con
ella y por ella orasen todos en silencio, y así lo hicieron. En esta quietud
sosegada descendió del cielo el Verbo humanado y se llenó de gloria la casa del
cenáculo. María Santísima adoró al Señor, quien le ofreció llevarla a la gloria
sin pasar por la muerte.
Se postró la prudentísima Madre ante su Hijo y con
alegre semblante le dijo: Hijo y Señor mío, yo os suplico que vuestra Madre y
sierva entre en la eterna vida por la puerta común de la muerte natural, como
los demás hijos de Adán. Vos que sois mi verdadero Dios, la padecisteis sin
tener obligación a morir; justo es que como yo he procurado seguiros en la vida
os acompañe también en morir.
“En tus manos Señor,
encomiendo mi espíritu”
Aprobó Cristo el sacrificio y voluntad de María
Santísima y los ángeles comenzaron a cantar con celestial armonía. Y aunque de
la presencia del Salvador sólo algunos apóstoles con San Juan tuvieron especial
ilustración y los demás sintieron en su interior divinos y poderosos efectos,
pero la música de los ángeles la percibieron con los sentidos muchos de los que
allí estaban.
Entonces se reclinó María Santísima sobre su lecho,
con las manos juntas y los ojos fijos en su Divino Hijo. Y cuando los ángeles
cantaban: “Levántate, apresúrate, amiga mía, paloma mía, hermosa mía, y ven que
ya pasó el invierno...” (Cant. 2, 10), en estas palabras pronunció Ella las que
su Hijo Santísimo en la Cruz: “En tus manos Señor, encomiendo mi espíritu” (Lc.
23, 46). Cerró los virginales ojos y expiró. La enfermedad que le quitó la vida
fue el amor. Y el modo fue que el poder divino suspendió el auxilio milagroso
que le conservaba las fuerzas naturales para que no se consumiese con el ardor
y fuego sensible que le causaba el amor divino.
Pasó aquella purísima alma desde su virginal cuerpo a
la diestra de su Hijo Santísimo, donde en un instante fue colocada con inmensa
gloria. Y luego se comenzó a sentir que la música de los ángeles se alejaba,
porque toda aquella procesión se encaminó al cielo. El sagrado cuerpo de María
Santísima, que había sido templo y sagrario de Dios vivo, quedó lleno de luz y
resplandor y despidiendo de sí tan admirable y nueva fragancia que todos los
circunstantes quedaron llenos de suavidad interior y exterior. Los apóstoles y
discípulos, entre lágrimas de dolor y júbilo de las maravillas que veían,
quedaron como absortos por algún espacio. Sucedió este glorioso tránsito un
viernes a las tres de la tarde, a la misma hora que el de su Hijo Santísimo, a
los trece días del mes de agosto y a los setenta años de edad, menos algunos
días.
Acontecieron grandes maravillas y prodigios en
esta preciosa muerte de la Reina. Porque se eclipsó el sol y en señal de luto
escondió su luz por algunas horas. Se conmovió toda Jerusalén, y admirados
concurrían muchos confesando a voces el poder de Dios y la grandeza de sus
obras. Acudieron muchos enfermos y todos fueron sanados. Salieron del
purgatorio las almas que en él estaban. Y la mayor maravilla fue que al expirar
Nuestra Señora, también otras tres personas lo hacían en la ciudad; y murieron
en pecado sin penitencia, por lo cual se condenarían, pero llegando su causa al
tribunal de Cristo pidió misericordia para ellas la dulcísima María y fueron
restituidos a la vida, y después se enmendaron de modo que murieron en gracia y
se salvaron.
Del entierro de la
Santísima Virgen
Los apóstoles encargaron a las dos doncellas que en
vida habían asistido a la Reina para que, según la costumbre, ungiesen el
cuerpo de la Madre de Dios y la envolviesen en la sábana, para ponerle en el
féretro. Entraron en el oratorio donde yacía la venerable difunta, pero el
resplandor que la envolvía las deslumbró de suerte que ni pudieron tocarle ni
verle ni saber en qué lugar determinado estaba. Luego San Pedro y San Juan
confirieron el portento, oyendo asimismo una voz que les dijo: Ni se descubra
ni se toque el sagrado cuerpo.
Así, disminuyendo un tanto el resplandor, los dos
apóstoles levantaron el sagrado y virginal tesoro y le pusieron en el féretro.
Y pudieron hacerlo fácilmente, porque no sintieron peso, ni en el tacto
percibieron más de que llegaban a la túnica casi imperceptiblemente. Entones se
moderó más el resplandor y todos pudieron percibir y conocer con la vista la
hermosura del virginal rostro y manos.
Del cenáculo partió el solemne cortejo al cual
acudieron casi todos los moradores de Jerusalén. Junto a éste había otro
invisible de los cortesanos del cielo. Descendieron varias legiones de ángeles
con los antiguos padres y profetas, especialmente San Joaquín, Santa Ana, San
José, Santa Isabel y el Bautista, con otros muchos santos que desde el cielo
envió nuestro Salvador Jesús para que asistiesen a las exequias y entierro de
su beatísima Madre.
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