La Orden Seglar de los Siervos de Maria, surgida como expresión de vida evangélico-apostólica, nuestro proposito es dar testimonio del Evangelio en comunión fraternal, vivir al servicio de Dios y de los hombres inspirándonos a ejemplo de María Santísima, madre y Sierva del Señor.
domingo, 16 de septiembre de 2012
sábado, 15 de septiembre de 2012
Solemnidad de Nuestra Señora
NUESTRA SEÑORA
LA VIRGEN DE LOS DOLORES
PATRONA PRINCIPAL DE NUESTRA ORDEN
En la solemnidad del 15 de septiembre celebramos la Virgen de los Dolores con tono y contenidos pascuales.
Es la fiesta de la glorificación del dolor que la Virgen sufrió con su hijo para la salvación del género humano: <<desde la humildad del pesebre hasta la ignominia de la cruz>> junto al árbol de la vida, el dolor de la santísima virgen germinó en frutos de gracia y amor.
Por eso Dios Padre la ha glorificado con la gloria misma de su Hijo.
En el cielo la Dolorosa es la Reina de los mártires, la gloriosa Señora, la Madre llena de misericordia, la Patrona que vela por sus siervos y sus siervas.
En El Día De Nuestra Señora De Los Dolores: Hay Demasiadas Espadas En El Corazón Del Hombre
"Simeón dijo a María, madre de Jesús: Mira, éste está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será una bandera discutida... Y a ti una espada te traspasará el corazón"(Lc 2,34) ¡Señor!, hoy queremos beneficiarnos con una meditación atenta, interiorizando las palabras del Evangelio y aplicándolas a nuestra vida. Para ello, distinguiremos en el anuncio profético de Simeón dos momentos.
Primer momento
En el primero, con un preludio intencionado de sólo una palabra, escuchamos que el anciano comienza pidiendo atención: Mira. Es que algo muy importante van a pronunciar sus labios y conviene que tengamos la mente bien despierta, como tantas veces nos sucede en la vida, si luego no queremos vernos luego sorprendidos por el mensaje. Miraremos y escucharemos. Lo que escuchamos, Señor, es el mensaje de Simeón a María (y a José) sobre Jesús, tu Hijo. Mensaje sorprendente: grandioso y, a la vez, suave y dolorido: Éste Jesús que tengo en mis manos está colocado en el cruce de todos los caminos de Israel. Nada va a acontecer en adelante sin pasar de alguna forma por él. Él va a ser el centro y piedra angular de cualquier edificio o proyecto. Esa es la voluntad del Padre. María y José quedarían, Señor, anonadados ante semejantes palabras, pues su fe no les permitiría vislumbrar los futuros caminos de su Hijo.
Todos en Israel van a tener que tomar opción por él o contra él; unos tropezarán y caerán; otros se levantarán y caminarán. ¿Cómo será esto, dirían María y José? No lo entendemos. Y Simeón o un ángel de Dios hablaría a su conciencia diciendo: Jesús, por su mensaje, vida y signos será una bandera u opción discutida. Unos le seguirán, otros le perseguirán; unos percibirán en sus palabras y mensaje la presencia de Dios, y otros le traicionarán y condenarán por atreverse a hablar de Dios y de su Reino, como Hijo del Padre .
¡Qué gran misterio! El Hijo de María y José va a ser piedra de escándalo para los hipócritas e impenitentes, y piedra de salvación para cuantos vivan en justicia, paz y amor, como hijos de Dios y hermanos de los hombres. Aquí, Señor, se nos está anticipando lo que leeremos que aconteció en la historia de Cristo, Hijo de Dios y Salvador de los hombres: que se ofreció a todos, sirvió a todos, amó a todos, y fue vendido, traicionado, crucificado por muchos.
Segundo momento
Vemos que Simeón quiere preparar el corazón de María para que -en las horas difíciles que sobrevengan- se mantengan firme en la alegría y en el dolor, como socia de Cristo y corredentora de nuestras almas, perfectamente unida a Cristo, su Hijo: ¡Mira, María!, a ti te salpicará la sangre de tu Hijo; sentirás en tu carne las llagas que se le abran por los caminos; te abofetearán con las bofetadas que él reciba; te herirán sutiles y burdas espadas que rasgarán tu corazón. Pero te digo también, Señora, que te inundará su gloria, y te hará feliz el rescate que logréis del mundo para que vuelva al Padre por el Hijo en el Espíritu. ¡Gracias, Señora del dolor y la alegría! Asociada al Hijo, nos habéis alcanzado la paz con vuestra guerra al pecado; nos habéis iluminado las sendas de la vida con las huellas de sangre que salpican cualquier camino de santidad; nos habéis devuelto la condición de hijos para que aprendamos a llamar ¡Padre! a quien nos dio el ser. Pero, ahora, Señora, quiero llorar contigo: ¡Es una lástima que después de tanto sudor, lágrimas y sangre, de vuestra parte, sigamos los hombres ignorando la redención por la cruz y muerte!
¡Es clavaros demasiadas espadas seguir en el mundo alimentando discordias, injusticias, odios!
¡Son demasiadas espadas en el corazón del hombre las guerras, hambres, marginaciones, que se suman a las heridas del Cuerpo Místico de Cristo!
Para que actuemos con cordura, convócanos a todos junto a la cruz , en lo alto del Calvario, y haznos escuchar el tierno mensaje de tu Hijo:
Mujer, ahí tienes a tus hijos.
Hijos, ahí tenéis a vuestra madre.
lunes, 10 de septiembre de 2012
Actividades de preparación para la Solemnidad de Nuestra Señora de los Dolores.
Nuestra Señora de los Dolores
Patrona de la Orden de los Siervos de María.
18:00 Hrs. Rezo de Vía Matris
19:00 Hrs. Celebración Eucarística.
Miércoles 12
07:00 Hrs. Celebración Eucarística.
Jueves 13
18:00 Hrs. Hora Santa Ante Su Divina Majestad
19:00 Hrs. Celebración Eucarística.
Viernes 14 Visperas
12:00 El Ángelus (las doce Campanadas)
18:00 Vigilia de Santa María y vísperas solemnes
19:00 Celebración Eucarística
20:00 Nochecitas a nuestra señora.
Sábado 15
Solemnidad de Nuestra Señora de los Dolores
07:30 Hrs. Mañanitas
12:00 Hrs. Solemne Celebración Eucarística, presidida por fray, Gerardo M. Torres Hornelas, prior provincial de nuestra orden, y promesa de hermanos de la Orden Seglar.
13:00 Hrs. Exposición de su Divina Majestad hasta las 18:00 Hrs.
Domingo 16
17:15 Hrs. Celebración Eucarística, en acción de gracias.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Natividad de María Santísima
Esta fiesta mariana tiene su origen en la dedicación de una
iglesia en Jerusalén, pues la piedad cristiana siempre ha venerado a las
personas y acontecimientos que han preparado el nacimiento de Jesús.
María ocupa un lugar privilegiado, y su nacimiento es motivo
de gozo profundo. En esta basílica, que había de convertirse en la iglesia de
Santa Ana (siglo XII), san Juan Damasceno saludó a la Virgen niña: "Dios
te salve, Probática, santuario divino de la Madre de Dios … ¡Dios te salve,
María, dulcísima hija de Ana!". Aunque el Nuevo Testamento no reporta
datos directos sobre la vida de la Virgen María, una tradición oriental veneró
su nacimiento desde mediados del siglo V, ubicándolo en el sitio de la actual
Basílica de "Santa Ana", en Jerusalén.
La fiesta pasó a Roma
en el siglo VII y fue apoyada por el Papa Sergio I. Su fecha de celebración no
tiene un origen claro, pero motivó que la fiesta de "La Inmaculada
Concepción" se celebrara el 8 de diciembre (9 meses antes). El Papa Pío X
quitó esta celebración del grupo de las fiestas de precepto.
Hoy nace una clara
estrella,
tan divina y
celestial,
que, con ser estrella,
es tal,
que el mismo sol nace
de ella.
De Ana y de Joaquín,
oriente
de aquella estrella
divina,
sale luz clara y digna
de ser pura
eternamente;
el alba más clara y
bella
no le puede ser igual,
que, con ser estrella,
es tal,
que el mismo Sol nace
de ella.
No le iguala lumbre
alguna
de cuantas bordan el
cielo,
porque es el humilde
suelo
de sus pies la blanca
luna:
nace en el suelo tan
bella
y con luz tan
celestial,
que, con ser estrella,
es tal,
que el mismo Sol nace
de ella.
Gloria al Padre, y
gloria al Hijo,
gloria al Espíritu
Santo,
por los
siglos de los siglos. Amén
martes, 28 de agosto de 2012
SAN AGUSTÍN, OBISPO, DOCTOR DE LA IGLESIA Y LEGISLADOR NUESTRO
Nació en Tagaste (África) el año 354; pasó una juventud
inquieta por sus ideas y su vida moral, hasta que, llegado a Milán, se
convirtió a la fe católica y fue bautizado por el obispo san Ambrosio. De
retorno a su patria, abrazó la vida ascética y, elegido obispo de Hipona, se
convirtió en modelo y maestro de su rebaño al que instruyó por espacio de
treinta y cuatro años con sus copiosos sermones y escritos. Murió en Hipona el
año 430. Fue uno de los primeros que en Occidente instauró la vida monástica y escribió
para ella sabias leyes.
Muchas órdenes e institutos religiosos adoptaron su Regla
para los Siervos de Dios. Nuestros siete santos Padres recibieron canónicamente
la Regla de san Agustín de manos de Ardingo, obispo de Florencia, hacia el año
1245.
jueves, 23 de agosto de 2012
San Felipe Benizi
Insigne Propagador de Nuestra Orden
Sacerdote O.S.M.
Felipe
nació en Florencia a principios del siglo XIII. Ingresó en la Orden de los
Siervos como hermano lego y, poco después, al descubrirse su sabiduría, fue
ordenado sacerdote. En 1267 fue elegido Prior general, y ocupó ese cargo casi
hasta la muerte. Gobernó la Orden con suma prudencia, la fortaleció con sabias
leyes, y ante el inminente peligro de su extinción, la defendió con santa
tenacidad. Ilustró a la Orden de los Siervos de María con la fama de sus
virtudes y recibió en ella a muchos frailes que, como él destacaron por una
vida evangélica y de fiel servicio a nuestra Señora. Con razón se le considera
"Padre de la Orden". Murió en Todi el año 1285. El papa Clemente X lo
canonizó en el 1671.
Del
Oficio de lectura
Una
luz sobre el candelero de la Orden
Lo
que sabemos de san Felipe Benicio lo debemos en gran parte a la Leyenda sobre
el origen de la Orden y a la Leyenda de san Felipe, ambas escritos poco después
del año 1317. Los historiadores de la Orden, aunque reconocen que en ellas
figuran algunas “florecillas” del género hagiográfico, con todo otorgan a los
dos escritos una especial autoridad, ya que nos trasmiten el testimonio ocular
de los contemporáneos del Santo.
Felipe,
de la familia de los Benizi, nació en Florencia a principios del siglo XIII,
casi en el mismo tiempo en el que nacía la Orden de los Siervos de María. En su
juventud se dedicó al estudio de la medicina y a la vez de las ciencias
sagradas. Tanto ardía de amor a Dios que guardaba con esmero sus mandamientos,
dominaba las pasiones, socorría a los pobres y se entregaba a la oración,
principalmente a la recitación diaria del Oficio de la santísima Virgen.
Hastiado de los goces de este mundo y con el vivo deseo de servir a Dios, el jueves
de la octava de Pascua, mientras se hallaba en la iglesia de los Siervos de
Florencia, oyó aquellas palabras de los Hechos de los Apóstoles que se leían en
la liturgia del día: El Espíritu dijo a Felipe: “Adelántate y únete a esa
carroza” (Hch 8, 29). Considerando que estas palaras iban dirigidas a él,
determinó subirse a la carroza de la gloriosa Virgen ingresando en la Orden de
sus Siervos, y obtuvo de fray Bonfilio, prior del convento de Florencia, ser
admitido como fraile lego, a causa de su humildad. Pero quiso el Altísimo que,
al ser descubierta su preparación cultural, recibiera, por obediencia, la
ordenación sacerdotal.
El
año 1267, estando reunido el capítulo en Florencia, fray Maneto renunció al
cargo de Prior general, y en su lugar fue elegido san Felipe. Aunque el Santo
se resistía a continuar, fue confirmado en el generalato a lo largo de
dieciocho años, casi hasta su muerte. Como buen pastor y fiel siervo de María,
gobernó sabiamente a la Orden de nuestra Señora y la hizo célebre con la fama
de su santidad. Visitó con solicitud paternal los conventos de la Orden a pesar
de que debía emprender penosos viajes. Estando en Arezzo, ciudad devastada por
la guerra y la carestía, invocó a la santísima Virgen, Madre de sus Siervos, a
favor de los frailes de aquel convento que se encontraban en necesidad;
inopinadamente, en la puerta del convento fue hallada un cesto de pan con el
que san Felipe abasteció a sus hermanos. Compiló, completó y promulgó las
Constituciones emanadas por los capítulos anteriores. Cuando la Orden estaba
destinada a la extinción por un decreto del segundo Concilio de Lion, san
Felipe, con la asesoría de expertos y la colaboración de fray Lotaringo,
defendió ante la Curia romana, con habilidad, la supervivencia de la Orden, y preparó
el camino para su aprobación definitiva. Por todos estos motivos san Felipe es
considerado con toda razón “Padre de la Orden.”.
Como
buen imitador de los Apóstoles, trabajo con afán en la difusión de la palabra
de Dios y en apaciguar las discordias civiles; logró que muchos pasaran del
apego al mundo a una sincera vida cristiana, y a no pocos los levantó consigo
hasta las cimas de la santidad. Curó a un leproso por el simple hecho de
cubrirlo con su capa: por eso algunos cardenales, estando vacante la Sede
Apostólica, impresionados por tal prodigio, lo señalaron como candidato al sumo
pontificado. En la ciudad de Todi, el Santo logró con paternales amonestaciones
y socorriéndolas con una suma de dinero, que dos prostitutas se abstuvieran,
por amor de la Virgen Madre, de seguir pecando; después de que, contra toda
esperanza, el Espíritu Santo las convirtiera, él las guió por el camino de la
santidad.
En
Todi, el año 1285, el día de la octava de la Asunción, habiendo recibido los
santos sacramentos y confortado con la llegada del beato Ubaldo de
BorgoSansepolcro, después de exhortar a los frailes a la caridad, san Felipe
murió abrazando el crucifijo, el libro viviente, del cual había aprendido el
camino de la santidad. Su cuerpo, después de varios traslados, se venera
actualmente en la iglesia de santa María de las Gracias de Todi. Fue canonizado
por el papa Clemente X en el años 1671.
miércoles, 15 de agosto de 2012
La Asunción de María
El dogma de la Asunción se refiere
a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue elevada en cuerpo y alma a
la gloria celestial.
El Tránsito de María es, la
glorificación del cuerpo de la Virgen María mediante la definitiva donación de
la inmortalidad gloriosa sin pasar por la muerte, es decir, al contrario que
sucede en la muerte humana, la intervención divina de su hijo hizo que cuerpo y
alma glorificados no se separasen en espera del juicio final y ascendieran
unidos a los cielos.
Este Dogma fue proclamado por el
Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus
Deus:
"Después de elevar a Dios
muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para
gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar
benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del
pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para
gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor
Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra,
pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La
Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida
terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo".
Ahora bien, ¿por qué es importante
que los católicos recordemos y profundicemos en el Dogma de la Asunción de la
Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica
responde a este interrogante:
“La
Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la
Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás
cristianos".
La importancia de la Asunción para
nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer Milenio de la Era
Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y la
nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como
nosotros, quien se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso:
una anticipación de nuestra propia resurrección.
Más aún, la Asunción de María en
cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe católica, expresamente
definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra".
Y ... ¿qué es un Dogma?
Puesto en los términos más
sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por Dios (en la Sagrada
Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por la
Iglesia como realmente revelada por Dios.
En este caso se dice que el Papa
habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo en virtud
de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la
Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como
creencia obligatoria de los fieles Católicos.
El Nuevo Catecismo de la Iglesia
Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez
cita la Bula de la Proclamación del Dogma:
"Finalmente,
la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original,
terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y
elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más
plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la
muerte".
Y el Papa Juan Pablo II, en una de
sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes
términos:
"El dogma de la Asunción
afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto,
mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al
fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por
singular privilegio" (JP II, 2-julio-97).
"Contemplando el misterio de
la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de la Providencia
Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado, María
es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la
plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de
los cuerpos" (JP II, Audiencia General del 9-julio-97).
Continúa el Papa: "María
Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la Palabra de Dios y la
cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las alturas,
donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también
la humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (JP II,
15-agosto-97)
Los hombres y mujeres de hoy vivimos
pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo enfoquemos de diversas formas,
según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro
pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a nuestro
alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa
esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre
nuestra futura resurrección.
Mucho bien haría a muchos
cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de María, el cual
nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el mito
pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas
extrañas a nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos
dejado de pensar, de predicar y de recordar los misterios, que como el de la
Asunción, tienen que ver con la otra vida, con la escatología, con las
realidades últimas del ser humano.
El misterio de la Asunción de la
Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una pausa en la agitada vida
que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí en la
tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima
Trinidad, la Santísima Virgen María y los Angeles y Santos del Cielo. El saber
que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha
prometido a aquéllos que hagamos la Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza
en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre.
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