sábado, 1 de octubre de 2011

OCTUBRE, MES DEL ROSARIO

UN POCO DE HISTORIA


          Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a esta advocación.


         Caminemos durante este mes con confianza en Dios imitando la fe de María y meditando con ella los misterios de la vida del señor.

… Al rezar el Rosario, penetramos en los misterios de la vida de Jesús, que son, a la vez, los misterios de su madre.

          Esto se advierte muy claramente en los misterios gozosos, comenzando por la anunciación, pasando por la visitación y el nacimiento en la noche de Belén, y luego por la presentación del señor, hasta su encuentro en el templo, cuando Jesús tenía ya 12 años. Aunque pueda parecer que los misterios dolorosos no nos muestran directamente a la madre de Jesús con excepción de los dos últimos: el vía crucis y la crucifixión, sin embargo, ¿podemos pensar que estuviese espiritualmente ausente la madre, cuando su hijo sufría de modo tan terrible en el Getsemaní, en la flagelación y en la coronación de espinas? Y los misterios gloriosos son también misterios de Cristo, en los que encontramos la presencia de María, el primero entre todos el misterio de la resurrección. Al hablar de la Ascención, la sagrada escritura no menciona la presencia de María, pero, ¿pudo no estar ella presente, si inmediatamente después leemos que se hallaba en el cenáculo con los mismos Apóstoles, que se habían despedido poco antes, a Cristo que subía al cielo? Con ellos se prepara a María la venida del espíritu santo y participa en la misma el día de Pentecostés. Los dos últimos misterios gloriosos orientan nuestro pensamiento directamente a la madre de Dios, cuando contemplamos a su asunción y coronación en la gloria celeste.




          El Rosario es una oración que se refiere a María, unida a Cristo en su misión salvífica. Es, al mismo tiempo, una oración a María nuestra mejor mediadora ante el hijo.

          El Rosario es también una oración que de modo especial rezamos con María, lo mismo que oraban juntos con ella los Apóstoles en el cenáculo, preparándose para recibir el Espíritu Santo.



(Juan Pablo II, 28 de octubre de 1981)


         El paso del tiempo, las costumbres modernas, no pueden dejar a un lado el rezo del Santo Rosario. De hecho, los Santos Padres y los Santos han tenido una profunda devoción a este sacramental, nosotros como católicos y como amantes de la Reina del Cielo hemos de ser fervientes devotos del Rosario. La familia que reza unida permanece unida, Que la recitación piadosa y consiente del santo rosario nos traiga la paz al alma y nos una mas estrechamente a María para vivir auténticamente nuestro cristianismo.

Nuestra Señora del Rosario, 
"Ruega por nosotros"  





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