domingo, 17 de junio de 2012

Cecilia Eusepi (primera parte)



 Orden Seglar Siervos de María
primera beata seglar
beatificación 17 de junio 2012




Nepi es una antigua ciudad de la Tuscia a cuarenta kilómetros de Roma. Una de las tantas soñolientas ciudades de provincia que antaño pertenecían a la Italia campesina. 

En este ambiente fue a vivir Cecilia, que venía de Monte Romano, el pueblo vecino donde había nacido el 17 de febrero de 1910, la última de once hermanos. Con su madre viuda y el tío materno se estableció a tres kilómetros de la ciudad, en el caserío “La massa”, propiedad de los duques Lante della Rovere, donde su tío trabajaba como granjero. 

Muy vivaz y sensible, Cecilia crece rodeada de un cariño particular, sobre todo por parte de su tío, a cuyos cuidados se la había confiado su padre antes de morir. A los seis años, igual que tantas niñas del pueblo, la mandaron a la escuela en el internado para huérfanas de guerra del monasterio cisterciense de Nepi. Por su destacada sensibilidad y rapidez en aprender todo lo que se le enseñaba, las monjas no escondían su esperanza de verla un día en el claustro. Pero no era la vida monástica lo que atraía a Cecilia. 

A cien metros del convento se hallaba la parroquia de San Tolomeo, regida por los Siervos de María, y al lado el seminario, entonces lleno de aspirantes a sacerdotes para las misiones. En torno a la parroquia de San Tolomeo giraba toda la vida juvenil de la ciudad. Cecilia, una vez terminada la escuela primaria, pasaba aquí su tiempo, y es en este contexto donde madura tempranamente y con sorprendente claridad su vocación. 

Tanto es así que a la edad de doce años, con otras compañeras mayores, pide entrar como terciaria en la orden de los Siervos de María y el año siguiente, a pesar de su joven edad y los intentos de hacerle cambiar de opinión por parte de sus familiares, el obispo le da la dispensa para entrar como postulante en las Mantellate Siervas de María. Irá a estudiar a Roma, Pistoia, y luego a Zara. Pero su aspiración de ir a las misiones no se cumplirá. En octubre del 26, debido a la enfermedad que dos años después la llevará a la muerte, regresa a Nepi.

Esta es toda su breve vida. Y de todas sus circunstancias habla Cecilia misma en su narración autobiográfica Historia de un payaso. Título humorístico, emblemático de la consideración que tenía de sí misma: «Un payasín», nada más. Escribe para obedecer al padre Gabriele Roschini, su confesor, a quien se lo entrega en junio del 27 en un viejo cuaderno de escuela. «Padre, perdóneme si soy tan desordenada… perdone el título», le dice riendo, «pero no he encontrado otro mejor para mi historia». 
La petición de escribir un diario nace del cardenal Alessio Lepicier, de la orden de los Siervos de María, que durante sus visitas a Nepi había tenido ocasión de conocer a esta hermosa muchachita de mirada clara. Lo refiere el padre Roschini en el proceso: «Un día Su Eminencia me recibió en audiencia y le informé que Cecilia había regresado a Nepi debido a la enfermedad, y Su Eminencia me dijo: “Esa muchacha es un signo de la gracia de Dios. Es un alma elegida. Padre, haría usted bien si le pidiese a la joven que escriba un diario. Estoy seguro de que nos será de provecho”». 
La historia sencilla de «un payaso» comienza precisamente con la intención de obedecer a la voluntad de los superiores, a pesar de que le costara fatiga, por los sufrimientos que le provocaba la enfermedad: «…De buena gana me preparo a este trabajo, sabiendo que es grato a Jesús, ante todo obedeciendo, luego manifestando Su misericordia infinita hacia mí, pequeña y debilísima florecilla». 



La causa de beatificación se presento poco despues de su muerte ocurrida en 1928

1 de junio de 1987 Juan Pablo II la declara venerable

El 1 de julio del 2010 el papa Benedicto XVI autorizó el decreto en base a un milagro atribuido por la intersección de la venerable sierva de Dios Cecilia Eusepi

Sera beatificada el 17 de junio del 2012

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