Viernes Santo. Este no debe ser un día triste sino alegre y esperanzador, conmemoramos la muerte victoriosa de Jesús. No se celebra la Eucaristía recordando el miedo y al angustia con la que los apóstoles estuvieron escondidos. Se dan tres celebraciones centrales que son:
- La Liturgia de la Palabra: Se proclaman textos del Profeta Isaías, quien anunció con detalle la pasión de nuestro Señor, se lee la Pasión y Muerte según el Evangelio de San Juan, enfatizando en la gloria de Jesús y en su condición de Rey y Señor y, se concluye con la Oración de los Fieles, por las intenciones de la Iglesia.
- La Adoración de la Cruz: Lo que en realidad adoramos no es un trozo de madera, ni una imagen tallada en yeso o algo por estilo (como creen algunos), es más bien la adoración a Jesús crucificado, que nos ha amado al extremo de entregar su Vida a cambio de nuestra salvación. Es la adoración a un Rey, a un Dios que se humilla por nosotros, que sufre vejaciones y dolor por amor a la humanidad.
- La Comunión: Aunque en este día no se celebra ningún sacramento, si se reparte la comunión consagrada desde el día anterior.
También se acostumbra el ejercicio del Viacrucis que concluye con el Sermón de las Siete Palabras (que en realidad son frases pronunciadas por Jesús en la cruz) y nos ayuda a comprender y reflexionar sobre el significado que tiene la muerte de Jesús para los cristianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario